Elegido por las Naciones Unidas, el 20 de mayo sirve para crear consciencia sobre la importancia de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible.
Las abejas, que están entre las criaturas más laboriosas del planeta, llevan siglos beneficiando a las personas, las plantas y el medio ambiente. Al transportar el polen de una flor a otra, las abejas y otros polinizadores no solo posibilitan la producción de una abundancia de frutas, frutos secos y semillas, sino también más variedad y mejor calidad, contribuyendo así a la seguridad alimentaria y la nutrición.
La polinización tiene una repercusión positiva en el medio ambiente en general, pues ayuda a mantener la biodiversidad y la vitalidad de los ecosistemas de los que dependen la agricultura y la humanidad. Los polinizadores son necesarios para una gran variedad de plantas fundamentales para el bienestar humano y los medios de vida.
De hecho, las abejas y otros polinizadores proporcionan un importante servicio ecosistémico, a saber, garantizar la polinización cruzada (esto es, el cruzamiento de genes) y, por tanto, la reproducción de muchas plantas cultivadas y silvestres.