El Instituto Nacional de Tecnologia Agropecuaria (INTA) fue fundado en el año 1956 como un organismo autárquico y con fuerte representación del sector agropecuario. Su objetivo estuvo fijado en desarrollar tecnología e innovación para el agro argentino, con foco en la productividad, sustentabilidad y transferencia de conocimiento a pequeños y grandes productores.

A casi 70 años de su creación y, a partir de la decisión del Gobierno Nacional de reducir el gasto administrativo, achicar la estructura y avanzar con despidos y cierres de sedes está en peligro el ente que desarrolló semillas adaptadas a zonas específicas como las de tomate que se han producido en la EEA La Consulta y que han sido utilizadas en todo el muendo de la agricultura; además desaparece el apoyo técnico a la agricultura familiar y campesina, incluyendo pueblos originarios, desaparecerá una gran parte de la red territorial, que cuenta con más de 350 unidades distribuidas en todo el país (agencias de extensión rural, estaciones experimentales, laboratorios, etc.) y tambi´pen dejarán de existir programas pioneros en biotecnología, agroecología, ganadería regenerativa y conservación de suelos.

No hay dudas que la desaparición del INTA en el Valle de Uco generaría un impacto muy negativo en múltiples aspectos de la agricultura y el desarrollo rural de la región. El INTA ha sido históricamente un pilar en la innovación, el asesoramiento técnico y el desarrollo sostenible del agro argentino, y su ausencia se sentiría especialmente en zonas productivas como el Valle de Uco, que dependen en gran parte de la vitivinicultura, fruticultura y horticultura.

A partir de ahora, y teniendo en cuenta que el INTA brinda asesoramiento directo a productores, cooperativas y técnicos locales, sin esta asistencia aumentará la brecha tecnológica entre grandes y pequeños productores mientras que pequeños y medianos productores quedarán desamparados, sin acceso a tecnologías apropiadas ni capacitación continua.

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