Desde los inicios de su gestión, Javier Milei se propuso eliminar prácticamente todo el aparato gubernamental que hizo crecer a la Argentina, más allá si en la actualidad es deficitario o genera alta rentabilidad, cómo es el caso del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), entidad que nació el 4 de diciembre de 1956 como un organismo de investigación, estatal, descentralizado con autarquía financiera​ y operativa dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la República Argentina. 

Más allá de las ansias privatizadoras de la gestión nacional, sin dudas el motor oculto que impulsa este negocia es la posibilidad de generar un gran negocio inmobiliario a partir de la venta de miles de hectáreas que el INTA utiliza para investigación y producción de cooperativas y, en forma fundamental, la entrega total de la estrategia y el direccionamiento de futuros desarrollos científicos; es por ello que la nueva conducción del organismo busca usar los recursos estatales que sustentan al organismo para investigaciones en producciones agropecuarias rentables y abandonar el desarrollo y la experimentación en economías regionales; es por ello que lo que buscan es realizar un programa de desguace y entrega del know how a privados que pretende desarrollar entre lo que resta de este año y el primer semestre de 2027.

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