Según Juan Manuel Gispert, politólogo especialista en economía, los problemas estructurales del programa económico han sido advertidos desde el inicio, aunque han sido «tapados» temporalmente por diversos instrumentos financieros. Sin embargo, la persistencia de estos desafíos ha llevado a una situación crítica que ahora se manifiesta sin los «artilugios» que antes la sostenían.
Desde el inicio de su gestión y luego del ajuste y la devaluación inicial, se implementó un sistema que deberia generar una apreciación cambiaria, sin embargo los especialistas aseguraban que habría puntos críticos en la evaluación del tiempo, ya que al abaratarse las importaciones y facilitarse las desregulaciones, la demanda de productos extranjeros aumentaría, generando un agotamiento de las reservas de dólares.
Este escenario se cumplió en agosto de 2024, cuando el gobierno se quedó sin dólares y recurrió a un blanqueo para «patear el problema». Posteriormente, la escasez de dólares reapareció en diciembre y enero, siendo solventada por un REPO y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en abril, pero las proyecciones indicaban que la situación se repetiría en marzo y agosto, tal como ha sucedido.
La situación actual se debe a que el gobierno se ha quedado sin esos «artilugios financieros» que le permitían «pilotear un flujo negativo» mes a mes, similar a una empresa que va pateando pagos hasta que la «bomba explota». Esta incapacidad de sostener el esquema ha generado un fenómeno recesivo en la economía.
«Aunque Milei había prometido que la economía crecería «como pedo de buzo», la realidad es que el rebote estadístico observado en el segundo semestre del año pasado fue una recuperación de lo perdido, no un crecimiento real. La economía nunca logró superar los indicadores del último trimestre de Alberto Fernández, que ya era un período desastroso», manifestó Gispert.
La sorpresa del resultado electoral en la provincia de Buenos Aires, donde la gente optó por no votar al gobierno, se volvió «lógica» al observar cómo la recesión afectó a la industria, el comercio y la construcción, sectores que representan una gran parte del empleo.